Este 23 de abril, Viver celebró el Día del Libro de una forma tan creativa como entrañable. El Espacio Cultural El Convento se transformó en un rincón donde la imaginación caminaba libre, y los libros, lejos de estar en silencio, hablaban con formas, colores y voces.
Al entrar, los visitantes se encontraban con una exposición que iba más allá de la lectura: libros convertidos en esculturas, obras que jugaban con el papel, el volumen y el arte para mostrarnos que un libro no solo se lee… también se puede contemplar. Unos pasos más allá, los cuentos cobraban vida con otra exposición en la que los personajes se escapaban de sus páginas, dispuestos a sorprender a grandes y pequeños.
Una de las propuestas más bonitas fue la de los libros sin dueño: ejemplares esperando ser apadrinados, adoptados por nuevos lectores que los llevaran a casa, dispuestos a empezar de nuevo. Porque todos los libros merecen una segunda oportunidad… y un lector que los escuche.
Y como cada celebración en Viver tiene alma de infancia, los más pequeños disfrutaron de un taller de ilustración con objetos perdidos. Con botones, llaves, cintas, y un poco de fantasía, crearon personajes y escenarios que podrían formar parte de cualquier cuento.
Fue un día para reencontrarse con la magia de la lectura, para jugar con las historias y darles nuevos significados. Porque en Viver, cada libro tiene un lugar. Y cada lector, un mundo por descubrir.
